

Autora: Idalia Luna
Ilustración: Idalia Luna
Cuento de Piratas
Rodeada del azul profundo del mar mediterráneo, estaba la isla de Corfú, guardiana de playas maravillosas y vigilantes montañas, con su abundante vegetación que invitaba a quedarse en ella. Un buque griego de guerra, estaba a punto de zarpar. Este buque estaba preparado y diseñado para ser muy rápido y seguro. Su tripulación estaba formada por 20 elementos bien instruídos y entrenados para cualquier enfrentamiento.
Debían ser precavidos pues era peligroso estar en alta mar, ya que los piratas estaban al pendiente de saquear cualquier otro barco que apareciera; los piratas siempre han sido conocidos por llevarse el dinero, las cosa de valor, por eso deben de estar atentos de no encontrar alguno. Mientras que los marineros se preparaban, el contramaestre decidió ir con el Capitán Roberts para ver si estaba listo.
—¡Capitán! Estamos a punto de zarpar, ¿quiere ir a revisar que todo esté bien? —dijo alegremente el Contramaestre.
—Supongo que darle una mirada al barco antes de zarpar, no estaría mal... —dijo el Capitán.
El Capitán Robertsera un hombre frio pero a veces podía ser relativamente suave. Él era alto, de rostro muy serio y daba la impresión de estar enojado.
Cuando los marineros lo vieron dirigirse hacia dentro del barco, se inquietaron porque había un problema en el cuarto de máquinas, lugar hacia donde se dirigieron rápidamente.
Había una persona desaparecida que operaba la maquinaria, lo cual hacía que no pudieran zarpar de inmediato. Era muy probable que el Contramaestre, al pasar lista de la tripulación, se diera cuenta de que alguien estaba ausente. Esto le traería un enorme problema ya que tendría que explicárselo al Capitán.
Cuando el Contramaestre se dio cuenta de que alguien faltaba, comenzó a preguntar a los demás:
—¿Saben a dónde se fue James? ¿Alguien sabe dónde está? —dijo el Contramaestre a toda la tripulación. El Contramaestre era un hombre alto, musculoso, un poco de rostro agresivo, pero con sus copañeros muy amistoso. Era un irlandés que llegó a Grecia con la esperanza de trabajar en la marina.
Los marineros no sabían cómo responder, con respecto a la ausencia de James, pues se trataba de un compañero muy querido por todos y que desde hacía cuatro días estaba desaparecido. James era un hombre de baja estatura pero de mucho carácter, sin embargo, poseía un humor muy alegre y hacía reír a sus compañeros marineros. Le gustaba ayudar a los demás y siempre estaba dispuesto a dar la vida por ellos.
Hacía veinte años que la tripulación del Capitán Roberts encontró al viejo Tomer, que era un gran barco que alguna vez fue abandonado en la bahía de Corfú.
Cuando los marineros entraron por primera ves al viejo Tomer, se sorprendieron al ver a James Taylor, un marinero que al parecer vivía dentro de ese enorme barco. Lo encontraron en la cocina, James estaba sentado escuchando la radio. Nunca dijo de dónde venía ni a qué se dedicaba antes de ser marinero, pero fue muy amable con todos, dejándolos quedarse con el barco.
Desde entonces se hizo amigo de todos y llegaron a quererlo como a un hermano. Pero comenzaban a notar que James no comía, no dormía ni se bañaba, y esto les parecía muy extraño a todos, sin embargo nunca le prestaron atención. Algunas veces lo veían en el cuarto de máquinas y segundos después en cubierta, nadie se explicaba cómo podía moverse tan rápido. Esto tenía a los marineros muy confiados porque esperaban que de un momento a otro él apareciera para ayudar.
Fue entonces que salió de un rincón de atrás de una maquina, como si se tratara de un fantasma.
—¡James! ¿Dónde estabas? —preguntó el Contramaestre.
—¡Aquí he estado todo el tiempo! ¿No me vieron? —preguntó nervioso James.
—James siempre hace eso ¡Siempre nos sorprende! —dijo un compañero.
Algunos marineros se temían justamente eso; que James fuera un "fantasma", pero la gran mayoría pensaba que los fantasmas eran malignos y que lucían como monstruos calavéricos. James no era así; parecía un humano vivo y normal.
Minutos después, el viejo Tomer, este acorasado de diez mil toneladas, que había sido construído en un astillero italiano en 1910, y que había sido el buque más temido del mar Egeo, finalmente pudo zarpar y navegar en altamar para el capitán Roberts y su tripulación.
Un par de ballenas salieron a saludar lanzando chorros de agua por sus espiráculos y dando algunas volteretas, mostrando su habilidad para hacerlo.
Todos estaban muy contentos admirando a las ballenas en cubierta, cuando de pronto apareció un gran barco a lo lejos, que parecía de otra época: era un antiguo Bergantín comandado por piratas. Era una enorme embarcación de dos palos y velas cuadradas del siglo XVl. Quedaron realmente asombrados al ver al imponente corsario.
El Capitán no podía creerlo, pues él nunca había visto un barco así. Uno de los marineros fue por un catalejo para poder ver más de cerca al Bergantín. Cuando el marinero veía por el catalejo, logró ver una bandera negra con una calavera con huesos cruzados. Esto aterró a toda la tripulación que corría despavoridamente por toda la cubierta del barco.
El contramaestre vio que el barco se estaba acercando muy rápidamente, como si fuertes vientos lo ayudaran a avanzar. De pronto se escuchó la voz de James diciendo:
—¡Es un barco pirata! —gritó para advertir a sus compañeros.
—¿Crees que nos ataque? —preguntó el contramaestre, a lo que James contestó:
—¡Claro! he visto muchos barcos piratas atacar _Todos creyeron que James estaba loco, ya que esos barcos no se habían usado en décadas.
—¡Es imposible! Estos barcos son del siglo XVl, son bergantínes que ya no se ven en alta mar... —dijo extrañado el contramaestre.
No terminaban de decirlo cuando el bergantín que se llamaba "Niebla", lanzó la primera bala de cañón dando en un costado del Tomer ocasionándole un gran orificio que provocó su inmediato hundimiento.
En pocos minutos el Tomer apenas y se mantenía a flote. El barco pirata desapareció repentinamente. Todos los marineros empezaron a soltar los botes salvavidas y los lanzaron al mar, algunos fueron por provisiones y cosas de valor que llevaban en el barco. Inmediatamente todos se apresuraron a abordar los botes salvavidas, y desde ellos a lo lejos, vieron tristemente cómo se hundía el viejo y querido Tomer.
Después de un par de horas James vio una isla a lo lejos y gritó a sus compañeros:
—¡Tierra a la vista!
Entonces empezaron a remar con mayor rapidez hasta llegar a la isla. Todos estaban muy preocupados de cómo iban a sobrevivir en una isla tan lejana. Apenas estaban descansando cuando notaron que el barco pirata estaba dirigiéndose a la isla nuevamente persiguiéndolos.
El contramaestre gritó:
—¡Marineros, para estar más protegidos vamos al interior de la isla!
Todos los marinos siguieron al contramaestre hasta lo más profundo de la isla. Conforme se adentraban se iban dando cuenta de que era una isla desierta. No encontraron a ninguna tribu, solamente animales salvajes. Descubrieron un valle y ahí pudieron construir una fogata y le pidieron a James que fuera a buscar un manantial de agua dulce para poder beber.
Cuando James se encontró una cascada de agua cristalina, se inclinó a llenar las cantimploras para llevar agua a sus compañeros; cuando levantó la mirada, pudo ver a lo lejos el barco pirata encallando en la isla.
De aquel barco descendían decenas de piratas fantasmas. James fue corriendo hacia sus compañeros para avisarles que los piratas ya estaban en la isla, cuando fue detenido por uno de los fantasmas, quien lo tomó de la solapa y sacudiéndolo violentamente le preguntó:
—¿Y tú, quién rayos eres? —a lo que James de inmediato respondió:
—Mi nombre es James y soy un fantasma igual que tú.
El fantasma pirata se quedó atónito al saber que James era otro fantasma.
—¿Eres un fantasma? Entonces... ¿qué estas haciendo con esos marineros humanos?
—Dime tu nombre y te diré por qué estoy con gente viva.
—Mi nombre es Julian. Ahora dime... ¿Por qué estás con ellos?
—Pues... Me encontraron muchos años antes en el barco que ustedes derribaron y hundieron, y me quedé con ellos para no estar sólo.
—¿Y ya? ¿Por eso te quedaste con ellos?
—Supongo...
De pronto se escuchó al contramaestre acercarse, y Julian corrió hacia su barco pirata, dejando atrás a James.
—¡James, estas ahí! Te estuve buscando. ¿Por qué tardaste tanto? —dijo el contramaestre algo preocupado.
—¡Oh! Nada... Sólo me perdí... —dijo James
—James, ¿cómo sabes de los bergantines? —preguntó el contramaestre.
—Eeeehhh... —James no sabía responder a esa pregunta, se notaba que estaba nervioso.
—¿James? — Le continuaba preguntando el contramaestre.
James iba a responder pero escucharon una risa, miraron hacia todos lados pero no vieron a nadie. De pronto alguien salió del lago que estaba cerca de ellos.
— ¿Quienes son ustedes? —preguntó una chica sin salir del lago, ella solo asomaba su cabeza y su largo cabello rubio y rizado.
James brincó porque la chica salió de la nada, dándole un gran susto. En realidad no esperaba ver a nadie más que a los fantasmas, ya que la isla aparentaba estar desierta.
— ¿Son piratas? ¡No he visto uno desde hace años! —dijo la chica.
James iba a hablar pero el contramaestre se le adelantó...
—James, ¿puedes seguirme?
El contramaestre guió a James hacia atrás de un árbol y le dijo:
— Sé que sonará raro pero... Creo que esa chica es una sirena —dijo algo preocupado el contramaestre.
— ¿De qué estas hablando? —dijo extrañado James.
—¡Esa chica es una sirena! ¿No sabes qué es una sirena?
—No. ¿Qué es una sirena?
—Una sirena es una fusión de un humano y un pez, estos seres pueden respiran bajo el agua y también fuera de ella. Es muy difícil ver una, debemos tener cuidado ya que normalmente matan a los marineros —dijo preocupado el contramaestre.
—¡Oh!
—Será mejor que volvamos con los demás —dijo el contramaestre, dando la orden.
James y el contramaestre fueron hacia la sirena, y entonces ella les dijo:
—Me tengo que ir. ¡Adiós!
Y entonces la sirena desapareció hundiéndose en el agua. James y el contramaestre la siguieron con la vista hasta perderla. La sirena entró a una cueva submarina mientras James y el contramaestre regresaron con los otros marineros.
La sirena se dirigió entonces hacia la pequeña comunidad en la que creció, pero en ese momento no estaba ahí ninguno de sus amigos. Le pareció muy extraño que el lugar estuviera vacío, porque a sus amigos no les gustaba salir, por los peligros que el mar representa. Era muy extraño realmente que nadie estuviera en la cueva.
La sirena, al buscarlos, entró a una especie de túnel que conducía a mar abierto. Intentó encontrar a sus amigos pero no estaban en ningún lugar. De pronto escuchó gritos en la bahía, se acerco lentamente, sin que nadie la viera, y se escondió detrás de una roca. Lo que pudo ver, era un auténtico barco fantasma frente de sus ojos. Ver ese barco la llenó de asombro, ya que nunca había visto un barco como ese y sentía que podría ser peligroso.
En el barco, Julian estaba tratando de encontrar un mapa para poder recorrer la isla, ya que si entraba a lo más espeso de la selva, podría extraviarse. Pretendía encontrar a James, y poder disolver sus dudas sobre por qué estaba relacionándose con esos humanos. Finalmente, Julian encontró el mapa en unos cajones de un mueble en el camarote del Capitán, y salió a toda prisa a encontrarlo.
Al mismo tiempo, James, encontró a la vista a "Niebla", el barco fantasma; lo observaba justo a unos metros de distancia de donde estaba la hermosa sirena que también lo estaba avistando. Desde la bahía, la sirenita veía con mucha curiosidad a James, y con una actitud muy valiente decidió emanar unos cantos de sirena para atraer su atención:
—¡Uiuiuiuiuiuuuuu!... —emitía un sonido muy parecido al de las ballenas.
James volteó de inmediato para ver de dónde venía ese maravilloso sonido. Estaba buscando una ballena o un delfín, cuando se dio cuenta de que se trataba de la hermosa sirenita. La sirena entonces se fue acercando y con una mano le hacía señales a James para que entrara al mar. Y así lo hizo James, valientemente. Lleno de curiosidad se acercó poco a poco hasta la sirena y comenzaron a conversar:
—Hola! Mi nombre es Azul, mi familia me puso ese nombre, porque es el color del océano.
—¡Oh! ¡Eres esa sirena que vimos en el lago! ¿Cómo llegaste aquí? —preguntó James desconcertado.
—Pues... nadé hasta aquí... ¡duh!
—¡Okay! Bueno... ¿Y tú que haces aquí?
—Supongo que viendo el barco. ¿Y tu?
— También….
— ¿Conoces a los piratas del barco? O solo te les quedaste mirando...
—No, no los conozco, pero sé que son muy peligrosos, y tú no deberías estar tan cerca.
—¿Y por qué tú si puedes verlos tan cerca?
—Porque yo no les tengo miedo, después de todo ¡ya estoy muerto!
—Entonces... ¿también eres un fantasma? ¿O eres un zombie?
—¿Eh? ¡No!… Soy un fantasma.
—¡Wow! ¿Seguro que no venías con ellos?
—No, en realidad yo vengo con unos marineros humanos.
—¿Por qué? ¡Si son humanos!
—Pues… Ellos son lo único que tengo. Mi otro capitán me dejó morir dentro del barco, pero ellos nunca dejarían que eso me volviera a pasar.
—¿Y qué están haciendo aquí?
—Pues..., los piratas hundieron nuestro barco.
—¡Que mal! ¿Qué van a hacer ahora? ¡Ustedes no pueden nadar tan lejos!
—Podríamos intentarlo.
—¡Claro que no!, van a necesitar un bote.
—¿Dónde podemos conseguir un bote? Sabes que no es muy fácil.
—Pues podrían hacer uno.
De pronto se escucharon voces...
—¡Rápido! ¡Esondete! —susurró la sirena.
Eran los piratas, pero por suerte nada más eran dos.
James se escondió rápido detrás de un árbol, desde ahí podia escuchar a los piratas, pero no comprendía sus palabras.
De pronto se dio cuenta de que la sirena todavía estaba muy cerca y que los piratas se dirigían a ella. James asustado les lanzó una roca, le pego a uno de los fantasmas en la espalda. Le había dado a una, la fantasma se giró para ver quién había lanzado la piedra, pero no vio a nadie, así que se acercó para ver mejor. Pero antes de que se acercara completamente, James salió de atrás del árbol dándole un susto a los fantasma. El otro fantasma se acercó a ver qué estaba pasando, pero cuando vio a James se detuvo a ver a su compañera disgustada; ella solamente quería irse al barco y descansar, pero ahora tenían que hacer algo con James...
El fantasma se acercó a James, y le dijo:
—¿Quien Rayos eres tú? ¿Eres uno de los marineros?
James se quedó aturdido porque el fantasma le gritó en el oído, pero aun así le respondió:
—¡No, yo soy un fantasma como ustedes!
—Entonces... ¿qué rayos estas haciendo aquí? —dijo el otro Fantasma que había estado callado todo este rato.
—Pues… ehhhh, ¿yoooo, fallecí aquí? Yo era un humano pirata.
—¿Y te dejaron aquí solo? ¡Dios!, y pensé que nuestro capitán era malo... —dijo el fantasma que le gritó riendo.
—Mi nombre es Paul. Si quieres podrías venir con nosotros. Solamente tienes que iral barco que está en la playa, y decirles a los demás que te permití acompañarnos.
—¡Claro! Bueno... después iré.
—Bueno nosotros nos tenemos que ir... ¿Verdad, Paul? —dijo la fantasma, mirando a Paul con enojo.
—Si si ya nos vamos, disculpa su actitud, ella puede ser así.
—¡Claro!, estás invitando a alguien que no conocemos. ¿Cómo no quieres que me enoje?
—Bueno será mejor que ya nos vayamos ¡Espero verte pronto!
James se sintió aliviado de que se fueran, pero cuando observó a su alrededor, la sirena ya no estaba. Hubiera ido a buscarla pero estaba preocupado por sus compañeros; así que decidió volver.
Mientras tanto, estaba Julian intentando encontrar a james; había estado buscandolo por al menos una hora y estaba pensando que quizás él ya se había ido con los marineros a otra isla.
Estaba cansado, así que decidió sentarse bajo un árbol. Estaba tan agotado que decidió dormir. Él en realidad no necesitaba dormir pero le agradaba hacerlo.
Julian despertó para encontrar que ya de mañana, decidió que era mejor volver al barco ya que probablemente los que lo conocían estaban preocupándose de él.
Llegó al barco pero no consiguió encontrar a ninguno de sus compañeros, hasta que fue a la cocina. Cuando fue ahí vio a una compañera, Valery, no eran amigos pero se llevaban bien.
—¡Valery! ¿sabes dónde están todos?
—Bueno la mayoría salieron a buscar lo que quedó del barco de esos marineros, los otros están buscando a los marineros y Paul fue a buscarte —dijo mientras que buscaba en los gabinetes de la cocina.
—¡Oh!…¿Sabes cuándo van a volver?
—No, y en realidad no me importa —ella siempre ha sido así, fría y algo ruda, pero a nadie le importaba.
Ya que no había nadie en el barco y no tenia nada qué hacer decidió descansar.
Mientras tanto, James volvió con los marineros, se tardó bastante ya que mientras se fue, ellos se movieron de lugar. El El contramaestre le contó que escucharon ruidos y decidieron que sería mejor no quedarse mucho tiempo en el mismo lugar. James en realidad no tenia un plan seguro sobre cómo salir de la isla, pero sí tenía una idea, no una buena, pero era una idea.
Él decidió que lo mejor que podía hacer era robar el barco fantasma, ya que era el único barco que todavía estaba entero en toda la isla. No tenía idea de cómo podría hacerlo, considerando que Julian seguramente les diría a todos y moriría por segunda ves.
Estaba cansado, lo único que quería en ese momento era dormir y no despertar en días, pero sabía que no podía, ya que los marineros lo necesitaban. Él necesitaba quedarse despierto ya que tenía que asegurarse de que no vinieran los piratas, pero estaba tan cansado que muy tarde se dio cuenta de que se quedó dormido. Despertó para ver a los marineros desayunando, y decidió comer un poco de pescado, no era el mejor desayuno, pero era algo.
Intenta ir al barco de los piratas para detenerlos, pero Julian se lo impide. Julian intenta decirle a Paul, pero James se le adelanta.
- Julian, ¿me podrías acompañar por un segundo? -dijo James tartamudeando
- ¿Por qué? No somos amigos.
- Por favor, te lo ruego -dijo susurrando
Julian lo acompañó a un lugar donde no había nadie.
- Y ahora ¿qué quieres? ¿Porque debería confiar en ti, eh? ¡Destruimos tu barco!
- Sé que odias a tu capitán, Paul me dijo cómo era, puedo ayudarte a escapar, pero necesito que me escuches.
Julian le dice a los piratas donde están los marineros, y la sirena los ayuda a esconderse bajo el agua. Mientras julian, james y Paul ayudan a los marineros a escaparse con el bote fantasma